domingo, 9 de noviembre de 2014

Cómo hacer el membrillo perfecto

Gallego: Polo San Martiño a neve no camiño
Español: Por San Martín, nieve en el camino

En determinadas zonas de Galicia, especialmente en las zonas de interior, abunda un árbol cuyos frutos son tan aparentemente atractivos como poco comestibles en fresco. Son los membrillos o marmelos, en gallego, que se recogen en el mes de octubre y con el que se elaboran jaleas, los famosos membrillos caseros que en nuestra tierra son tradición, y que acompañado de pan y queso fresco se convierte en un auténtico manjar. Además, el marmelo se conserva durante muchos meses. Una fruta que además de su sabor, aporta una gran cantidad de vitaminas y minerales... ¡y te puede salvar la vida!; y es que dicen que Juan Sebastián Elcano consiguió circunnavegar el mundo sin enfermar de escorbuto porque cada día se tomaba... una cucharada de membrillo. 


Preparación 

Para la elaborción de un buen membrillo casero, aparte de la fruta, necesitaremos azúcar en cantidad igual al peso de los membrillos sin sus centros y el zumo de un limón por cada kilo, aproximadamente.




Se cortan los membrillos, previamente lavados y limpios, tanto de hojas como de la capa áspera que cubre la piel (se quita fácilmente al lavarlos), y cortamos en cuatro partes,  preferentemente a lo largo, para poder limpiarlos mejor.

A continuación se quitan los corazones y cualquier contaminación que puedan tener los membrillos en su interior. También se eliminan las partes duras.


Una vez limpios, se pesan, se colocan en una cacerola grande y se echa el azúcar, cubriéndolos por completo. Así se dejan durante un tiempo (1 ó 2 horas) hasta que saquen su propio líquido. Este paso es importante para la cocción posterior y para que se ablande su carne. A continuación se añade el zumo de limón recién exprimido.

Posteriormente se ponen a hervir hasta que la fruta se deshaga y alcance una textura muy blanda y  su carne se haya vuelto un poco transparente.


Una vez apagado el fuego, la mezcla no se puede dejar enfriar. Es importante emplear sobre ella el pasapurés casi inmediatamente. Para ello es mejor usar uno de metal, y no de plástico, ya que aunque no parezca, siempre puede soltar unas partículas y contaminar la pasta de membrillo. Mientras enfría, el membrillo comienza a coger el color y la textura adecuada. Todavía caliente, se coloca en un molde, donde reposará hasta enfriarse y cogerá la forma definitiva. Es práctico forrar el molde con papel de horno para poder sacar el membrillo y guardarlo en él.


Una vez frío, el membrillo ya está listo. Para conservarlo se recomienda guardarlo en la nevera. De esta manera el membrillo puede durar años. Y sino, ¡que se lo cuenten a Elcano!


Bó proveito!

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