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lunes, 25 de mayo de 2015

Montefurado, el Dorado gallego



Maio hortelán, moita folla e pouco gran

Mayo hortelano, mucha hoja y poco grano

El concello de Quiroga, comarca del sur de Lugo, conocida por su aceite de oliva y sus antiquísimas minas de oro, posee una historia especial, contada a través de su paisaje, y cuyo origen más brillante, nunca mejor dicho, tiene su epicentro en el lugar de Montefurado, un idílico entorno de montaña marcado por la sinuosa cicatriz del caudaloso rio Sil; una cicatriz ampliada por la industria extractiva del oro en tiempos de los romanos.


¿Y qué visitar en la zona de Quiroga?

miércoles, 13 de mayo de 2015

Mondoñedo, la Bretaña del sur

As sardiñas en maio pingan no borrallo
Las sardinas en mayo gotean en el rescoldo


Mondoñedo es una pequeña ciudad monumental del norte de la provincia de Lugo, situada en un fértil y hermoso valle, rodeado por montañas tapizadas de verdes y cuya arquitectura medieval ha sido declarada conjunto-histórico artístico. Su historia se remonta a la Edad del bronce, entre dólmenes y castros, y en las cuevas de montes aledañas al lugar, como son las recomendables Covas do rei Cintolo, 5 kilómetros subterráneos plagados de estalactitas y estalacmitas, y donde se encontraron útiles de la época y un puñal de hierro de la época celta. Tras la colonización romana, de la que aún se conservan restos de calzadas romanas en la zona, así como de bronces de Marco Aurelio y de Adriano, la llegada de un grupo de bretones en el siglo V se convierte en el comienzo del despegue definitivo de la región, con la creación de la diócesis britoniense en este bello lugar. Ya en el siglo X, y conocida como Valibria, ostentaba el título de capital de la región Britonia. Así, Mondoñedo se convirtió en capital de una de las siete comarcas del reino de Galicia, y prueba de ello son sus pazos, sus casas blasonadas y su monumental catedral románica cisterciense, datada del siglo XIII. Fue además un bastión del reino de Galicia durante la anexión de los Reyes Católicos, y refugio del mariscal Pardo de Cela, noble de la comarca, que resistió valientemente el embite castellano en el castillo de la Frouxeira, hoy ya ruinas, en lo alto de un monte próximo a la villa.



lunes, 23 de febrero de 2015

Viaje al bosque encantado de Allariz



Febreiro, febreireiro, da o sol en calquer rixeiro.
Febrero, febrerero, da el sol en cualquier arroyo.


La comarca de Allariz cuenta con multitud de opciones para disfrutar de jornadas inolvidables, y una de ellas es sin duda la visita al castro de Armeá y los secretos que encierra la ruta que nos conduce hasta él. Para los profanos en el tema diremos que los castros en Galicia son una de las señas de identidad de nuestra tierra. Se tratan de restos de poblados fortificados celtas, en los que abundaban las casas circulares con techo vegetal y se situaban en lugares estratégicos.

La ruta comienza atravesando un pequeño pueblo que da nombre al yacimiento, para continuar por un sendero rodeado de frondosos bosques de carballos (robles, en gallego) y enormes rocas de diversas formas, que aumentan las leyendas del lugar. 


A lo largo del camino y grabadas en algunas rocas se ven unos curiosos agujeros, llamados cazoletas en arqueología, de los que se dice que siempre tienen agua, sea invierno o verano y que según cuenta la leyenda son los lugares donde rebotó la cabeza de una santa martirizada en aquellos lugares. 


Esta historia conecta con la siguiente construcción que aparece en nuestra ruta, una basílica inacabada del S XII y conocida como “O forno da Santa” de la que no se construyo más que los muros y dos puertas realizadas en ellos, que nos llevan a un lugar tan misterioso como insospechado; una cripta que probablemente fue anterior a la basílica y en la que se dice fue incinerada la santa.




Un poco más adelante encontramos un extraño roble rodeado de un muro y bajo el que hay dos rocas con silueta antropomórfica y que al igual que las cazoletas, permanecen con agua todo el año. En este caro hay otras piedras que sugieren formas como una oreja y que las antiguas tradiciones precristianas atribuyen poderes curativos si el enfermo la rodea un número determinado de veces. Todo un ritual misterioso que le da a este entorno un aura de absoluto misterio.


Dejando atrás el claro en el que reina el carballo y las piedras que lo adornan, seguimos nuestra ruta  por el bosque, hasta llegar al castro de Armeá, situado en una zona elevada del monte y cuyo origen se sitúa en el siglo I. El castro es de clara influencia romana en sus construcciones. En él podemos ver parte de una calzada, restos de las casas y algún elemento doméstico como un hogar para el fuego con baldosas romanas de la época. Desde el mismo castro, que es el final de nuestra ruta, y que no os mostramos para que os animéis a venir, se puede admirar unas espléndidas vistas de toda la comarca y del llamado val da Rábeda, una extensa planicie, mezcla de prados y bosques autóctonos.

Esta ruta, de unos tres kilómetros y fácil acceso, es toda una inmersión en la cultura y la naturaleza gallega y estimulará la imaginación de cualquiera que visite este lugar. Un hermoso bosque gallego  lleno de secretos que pueden tener su colofón en la visita al cercano y bello pueblo de Santa Mariña de Augas Santas. Una ruta que sin duda será uno de los mejores paseos por Allariz.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Dulces de carnaval: Orellas de entroido


Las recetas de mi madre/As receitas da miña nai

A la gallega se viste de Entroido, el carnaval gallego. En esta ocasión os contamos la receta de un dulce que se asocia a esta celebración tan arraigada en el sur de Galicia: las orejas de carnaval, as orellas de Entroido.

Bó proveito!


Orejas de carnaval/ Orellas de entroido

Ingredientes para dos docenas de orellas:

jueves, 25 de septiembre de 2014

Un paseo por Mogor: playa y algo más que petroglifos con vistas al mar



Gallego:  Cando as gaivotas bailan a muñeira hai que gardar o millo na eira
Español: Cuando las gaviotas bailan la muñeira hay que guardar el maíz en la era


Viajando por el litoral de la ría de Pontevedra desde Marín, mientras enfilamos la sinuosa carretera en dirección a las playas de  Bueu y antes de llegar a la localidad costera de Aguete encontramos un indicativo que nomina a un pequeño pueblo con mucho más que un curioso nombre: Mogor. Un topónimo que desde luego no pasa desapercibido y que algún entusiasta de la literatura de Tolkien no dudaría en rebautizar. Pero según los expertos esta palabra proviene de la  base *Mok- o *Muk-, que es un topónimo precéltico que  significa "muro” o en otras acepciones "prominencia, muñón, altura" y no en vano la aldea de Mogor se encuentra en un promontorio elevado, con unas magníficas vistas a buena parte de la ría de Pontevedra, y que por sí mismas ya merecerían esta visita.


  
Pero en Mogor hay mucho más que visitar. A escasos metros por encima de la playa homónima se encuentra uno de los petroglifos más reproducidos y analizados de toda Galicia. Está grabado sobre la roca, y tiene entre 4.000 y 4.500 años de antigüedad, en pleno período neolítico; sus formas sinuosas y concéntricas le han dado el apelativo de "Laberinto de Mogor”. 


En el mismo, aparecen motivos diversos, aunque el principal icono es la famosa forma de laberinto, que ha traído a los historiadores múltiples quebraderos de cabeza. Algunos lo relacionan con el laberinto del minotauro de la cultura minoica, otros consideran que tenía finalidaes rituales... lo que sí se sabe que es que los “Laberintos de Mogor” tienen gran parecido con algunos descubiertos en Laponia, Finlandia, Islandia y Cornualles. Y esto nos lleva a pensar que probablemente todos provienen de un mismo pueblo navegante, con ansia de colonizar el oeste europeo.



Al lugar, con vistas a la ría, se puede acceder desde la carretera de la playa vecina o cruzando la coqueta aldea de Mogor, distribuida en ordenadas manzanas de pequeñas casas blancas con remates en piedra de granito, material habitual en la comarca. 



Bajando por el pueblo hasta la plaza coronada por un cruceiro (un pilar pétreo con una cruz en su extremo superior, muy común en las intersecciones de los caminos de toda Galicia) giramos a mano izquierda y llegamos a un paseo empedrado que nos conduce al área verde donde descansan los petroglifos. El solar está presidido por una  gran roca, llamada "Pedra dos Mouros", que es donde se encuentran la mayor cantidad de petroglifos, y se llega a ella a través de una escalinata de madera. Otra roca cercana recibe el nombre de "Pedra dos Campiños" que también destaca por sus grabados. Pero no son las únicas rocas de interés arqueológico, y quizás descubráis más grabados si observáis con atención otra rocas de la zona.



Pero por si no fuera suficiente el entorno y la belleza de estos grabados rupestres, podemos descansar o darnos un chapuzón en la recogida playa de Mogor, que nada tiene que envidiar a los arenales más conocidos de la zona. Dispone además de aparcamiento y un chiringuito en primera línea de playa.


La excursión podría terminar con una visita al bar del pueblo situado al otro lado de Mogor y desde cuya terraza también se pueden admirar unas buenas vistas. Pedíos un “albariño da casa” y os pondrán una tapa del día (el chorizo casero es de primera) y sobre todo, no dejéis de entrar al local; allí encontraréis a uno de esos loros parlanchines que hacen las delicias de pequeños y mayores. El nombre del loro no os lo vamos a decir, pero os garantizamos más de una sonrisa, ya lo descubriréis si váis por allí. ¡Nosotros repetiremos!